domingo, 3 de diciembre de 2006

ES UN HOMBRE MAS





“Con él no siento lo mismo que con mi marido, es muy diferente. Mi marido se ha convertido en pura rutina, me abro de piernas y ya está, acaba rápido y nos dormimos. No parece importarle que ya no sienta como al principio, sabe al igual que yo que las personas cambian y que a veces, conforme va pasando él tiempo, hay otro tipo de necesidades o las mismas tienen que renovarse. Él mismo a cambiado, antes todo eran caricias, palabras de amor, sexo oral dulce y fantasías, pero ahora ya solo la mete y punto, pero no me importa, yo ya no quiero nada de eso y si él puede descargarse y no estar de mal humor yo ya estoy contenta. Él otro me da todo lo que necesito, que es caña. Me encanta que me folle salvajemente la boca, que me haga atragantar, que me ate y me pegue tortas, me excita sentirme sucia, creo que es lo que me excita más, sentirme diferente, sentir que mantengo un secreto que en mi ámbito social se desconoce, si leyeran mi diario, me suicidaría. También me encanta que me llame perra mientras me lo hace rápido, no se, estoy harta de caricias, quiero que me traten mal, sentirme diferente a esas casadas de mierda de mi curro, tener algún aliciente en mi monótona vida que gira en torno a la de mi marido, que al final la hace como suya. Sexo anal duro, entre sabanas de agua, olor a látex mezclado con el del sudor, coca de mientras y “popper” en el orgasmo, eso es lo que me pone cachonda y por ahora no me canso, llevo así casi dos años todos los fines de semana. Mi marido trabaja y no me importa si me la pega con otra. Los fines de semana me convierto en una esclava, en su esclava, en la esclava del sexo duro y me olvido de mi vida real. Pero entre semana es diferente, me siento avergonzada, en el trabajo me vuelvo muy tímida, bueno, la verdad es que siempre lo he sido un poco y no puedo mirar a casi nadie a la cara. Me siento mal, creo que al otro lo fuerzo un poco, que ya no le gusta tanto como cuando empezamos y vivo constantemente con el miedo que se descubra. Cuando estoy sola, a veces tengo la paranoia de que mi marido ha escondido cámaras y grabadoras por toda la casa y comienzo a tirar todos los libros de las estanterías, muevo los muebles de sitio y miro entre la ropa sucia. Se que es una paranoia y que no puede ser verdad pero si no lo hago, no consigo quitarme el nudo de la garganta. Creo que no le gusta tanto como al principio, además, cuando acabamos me pide que le abrace, que le diga que le quiero, pienso que necesita que ocupe el lugar de su difunta madre, pero no puedo, me es imposible, nunca lo he podido ver como si fuera mi propio hijo y menos ahora que me lo follo. Mi marido dice que le tenga más cariño al niño, pero no puedo aceptarlo, aun que lo haya criado desde sus catorce años, no es mío, es un hombre más”[1]


1 – Extracto del diario de M…


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