sábado, 2 de diciembre de 2006

Exequias


Que fácil es hablar cuando se miente. La lengua se suelta deleitándose en las mas oscuras intenciones y con ella, se puede dañar a alguien desde miles de kilómetros. Lo sabes bien Sánchez. Mejor dicho, lo sabías. También se puede dañar a alguien desde miles de kilómetros sin mentir, simplemente dando las precisas ordenes y el boca a boca será el asesino más eficaz, que no silencioso. Me cuentan que entraron en tu casa mientras dormías, que no sabias de donde venían los golpes, que la cama con rapidez se tiñó de tu mierda roja y que sufriste mucho. Así lo pedí, como también pedí que fuera en el día de tu cumpleaños, el 28 de junio de 2006, para que tu familia te encontrara pronto y pudieran celebrar tu aniversario funeral. Sánchez, nos olvidamos de la muerte. Piensa en ella, tranquilo, párate, respira, hazlo. ¿No sientes un dulce escalofrío? ¿No tienes dudas de que hay después? Yo te lo diré, no hay nada. Cuando mueres eres polvo, polvo como el que barre tu mujer llena de moretones. Piense en ella, me refiero a la muerte. Piensa que esta al acecho, que en cualquier momento puede llegar de miles de formas, puede llegar ahora mismo, sin avisar, sin darte ningún síntoma pero sin embargo atacarte a traición. Un paro cardiaco es lo que más asusta ¿No crees? El paro cardiaco puede abordarte en cualquier lugar incluso cuando duermes placidamente, sin darte tiempo para despedirte ni aunque sea de la zorra con la que duermes. Piensa en ella, en la muerte. ¿No crees que nuestra preciada televisión siempre la esquiva? Siempre aparece de lejos, es como los accidentes de tráfico, les ocurre a otros no a ti. Puedes morir ahora, a pleno sol, en un parque donde los niños juegan mientras sorbes un helado de coco con virutas de chocolate. El helado cae al suelo rebozándose de arena debido al cosquilleo que sientes en el brazo izquierdo. Los niños ríen al ver tus graciosas convulsiones mientras tu cosquilleo se convierte en una cuerda de nylon que atenaza tus músculos y ahí en el lugar más feliz de tu ciudad el aire no llega con suficiencia, tus rodillas golpean contra el suelo y te llevas la mano al cuello. Un niño juega contigo y te imita, todos ríen. Un grito de una madre hace que todos se asusten y lloren, mientras un perro lame tu helado de coco. No hay nada después. Quítatelo de la cabeza. Todas esas historias de que vas hacia la luz y que tus familiares muertos te abrazan es pura bazofia cocinada con esperanza y locura. No hay nada más. Nadie te recuerda después a no ser que tu padre sea Filipo II de Macedonia y hayas conquistado medio mundo. Lo de “No te olvidaremos” es mentira, todo el mundo rehace su vida y con el dolor no se juega, al menos a largo plazo. Así pues te hablo con la esperanza de equivocarme y que oigas, si no estas entre nosotros, como va tu funeral. Lo típico, la zorra de tu mujer llorando y mucha hipocresía. Todos los cadáveres fueron buenas personas. Hasta un hijo de puta como tu, o como yo. Me rió cuando pienso que en el día de mi funeral dirán que fui un buen hombre, pero ese no es el tema. Te hablo de tu funeral lleno de hipocresía, de una mujer maltratada psicológicamente que no sabe lo que llorar, de unos niños ajenos a lo que ocurre y que pronto estarán contigo y una muchedumbre de escoria pagada como bulto de carne dolida alrededor de tu pulpa de sangre. Eso es lo que pasa cuando la lengua miente y miente sobre Dios o sobre mi.

Adiós Sánchez:


- Enterradlo por favor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy bueno este relato. Toca muxos temas muy buenos: el maltrato, el consuelo para tontos después d la muerte, la mentira y la hipocresía q nos envuelve... está muy bien Axel.